miércoles, 13 de febrero de 2008

Como los cerdos

Los que vivimos o pretendemos vivir en un pueblo estamos bajo los dominios del Ministerio de Agricultura. La gente que aún resiste en las aldeas o que se está planteando regresar a ellas comparte ministro (y consejero de Agricultura) con los cerdos, las patatas y las gallinas. Ciertamente, no es mala compañía, pero tampoco parece lo más apropiado. Como si los pueblos sólo vivieran de la agricultura, cuando sabemos que de la agricultura es casi imposible vivir hoy por hoy.
Este detalle es un buen síntoma de lo que significan los pueblos para las administraciones. Los gerifaltes nunca han tenido demasiado en cuenta estos minúsculos caladeros de votos. La mayoría de ellos, desde su mente estrecha y bien alimentada, piensan en ellos como un problema, como un granito que ni siquiera hace necesario rascarse. Simplemente lo dejan ahí, sin demasiados cuidados ni atenciones, esperando hasta que desaparezca.
Y, efectivamente, lo están consiguiendo. Cada cierto tiempo los prebostes de Agricultura de turno desembuchan con coros y palmas un catálogo de políticas de desarrollo rural. Viendo los resultados y lo satisfechos que se quedan, está claro que cumplen su objetivo: Acabar definitivamente con la vida en las aldeas.
Eso suponiendo que hablemos de tipos lo suficientemente inteligentes para ser maquiavélicos y elaborar estas políticas con mala intención. La otra opción es que simplemente sean necios y que perpetren estas averías desde los más bondadosos y catastróficos deseos. En cualquier caso, ahí está el balance. Los ministerios y las consejerías cada vez más llenas y los pueblos cada vez más vacíos.
Probablemente, el gran defecto de todas las políticas de desarrollo rural es que se hacen desde el absoluto desconocimiento de la vida en los pueblos. Cumplen fielmente el clásico ‘todo para el pueblo, pero sin el pueblo’. Y así es imposible.
En la mayoría de estas propuestas flota el espíritu del turista, ese que llega a la aldea seguro de saberlo todo y que está convencido de ser más listo que los paisanos tranquilos que juegan la partida, suponiendo que aún tengan con quién. En cambio, nadie escucha a la gente que ha elegido vivir y pagar sus impuestos fuera de las grandes ciudades. Y así nos luce el pelo.
El último grito en planes de desarrollo rural es la Ley que aprobó el Gobierno actual a finales del pasado año. Estoy a un paso de caer en la tentación de criticarla sin haberla leído, porque la experiencia hace que me huela mal antes de catarla. Pero me voy a contener. Acabo de descargarla de la página del Ministerio (de Agricultura, por supuesto) y me comprometo a analizarla detenidamente. Seguiremos informando.

Javier Santiago

5 comentarios:

Anónimo dijo...

MÁS RAZÓN DE UN SANTO, JAVIER SANTIAGO. NOS ALEGRA VOLVER A VER TUS OPINIONES. VIVAN LOS PUEBLOS.

miradas3 dijo...

Pues adelante con este nuevo proyecto.
Una sugerencia: debéis poner un enlace a un correo electrónico para que la gente os pueda enviar su información…yo quiero publicar un artículo ya.

Tontin dijo...

Quizás el error sea querer vivir en un pueblo como quién vive en una ciudad, pero com más tranquilidad.

Duarante muchos años la vida rural era autosuficiente, ¿porqué depender ahora de un ministerio?

Santi Riesco dijo...

Hola Javi (y Diana), me alegra encontraros en el mundo virtual. A ver si nos vemos pronto. Por cierto, no me ha llegado el libro prometido.
Os meto en favoritos para seguir leyéndoos.

Un fuerte abrazo.

Santi.

manolo dijo...

Los tiempos han cambiado tan drásticamente en 20 años que la economía de subsistencia que se realizaba en los pequeños pueblos de montaña ahora no tiene ningún sentido a no ser que se centre en algún producto de calidad artesanal o en el turismo rural y aprovechamiento sostenible de masas forestales. Para eso hace falta formación e información y ahí es donde tendría sentido la intervención de os organismos oficiales. Vivir de las pensiones como ahora no lleva más que a la desaparición. ¿de verdad que vives en un pueblo?
Toda la retórica de miradas3 y este blog a este respecto es muy bonita pero no se si muy efectiva...bueno si, al menso sirve paa que tomemos conciencia del problema.